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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Una larga carrera

Todo el mundo llegaba con ropa de abrigo, hacía un frío helador afuera y, una vez dentro del Palacio de Congresos, unas azafatas con minifalda, manga corta y escote daban la bienvenida e indicaban la ubicación de la sala donde otras azafatas, con el mismo atuendo, te acompañaban a tu asiento. Me llamaba la atención el contraste de los abrigos y bufandas de los asistentes al evento con el escueto y entallado uniforme que llevaban ellas, siempre, por cierto, con incómodos tacones casi imposibles.

Al menos no estaban al aire libre, como en el torneo de tenis Conde de Godó, en Barcelona, donde, a pesar de lluvia y del mal tiempo, les obligaron a llevar minifalda y manga corta con unas temperaturas de menos de diez grados y bajo la lluvia. Y, si querían mantener el puesto de trabajo, no podían abrigarse. Por cierto, el mes pasado una sentencia judicial ha dado la razón a las chicas que denunciaron ese trato y ha condenado a los responsables del torneo deportivo por infracción laboral muy grave.

Estos días se ha montado un buen revuelo con la eliminación de la presencia de las azafatas en la Fórmula I, las llamadas chicas de la parrilla, contratadas para exhibir carne como reclamo a pie de pista. Durante años, mujeres despampanantes, con sus enormes tacones y escasa ropa,  han acompañado con un paraguas a los participantes, han hecho el pasillo a los vencedores de la carrera y han sufrido el riego de champán en la celebración  del eufórico piloto de turno.

No solo en la Formula I, sino en los podios de otros deportes, como en las motos o en el ciclismo, pasa lo mismo. Me ha parecido siempre lamentable esa cosificación de la mujer, esa utilización del cuerpo femenino como si fuera el premio. El mundo del deporte es una referencia importantísima para los jóvenes y todo lo que pasa tiene un efecto enorme en chavales que imitan los modos y las modas de los deportistas. Cuando las niñas ven este tipo de competiciones, el único referente es el de la mujer florero, con lo cual no tienen ningún incentivo para practicar ellas mismas esos deportes.

Hay que fomentar que haya más mujeres deportistas, y también científicas, directivas, empresarias, profesoras, no meras mujeres florero en competiciones deportivas. Esto, desde luego, no se hace retorciendo el lenguaje y diciendo “portavozas”, sino con políticas reales. Y hay que acabar con la brecha salarial (esta semana se hacía público que en La Rioja las mujeres cobran un 29% menos que los hombres). Solo entonces habremos dado una vuelta más hacia la igualdad. Más que la de la Fórmula I, esta sí es una larga carrera.

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Por Mayte CIRIZA

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