Lo peligroso es que ha demostrado a todos los españoles que la igualdad de oportunidades no existe. Los votantes más jóvenes no se lo van a perdonar porque tras mucho esfuerzo, personal y económico de sus familias, han cursado sus másteres y doctorados mientras trabajan de camareros o de lo que pueden. Ella no ha dudado en desprestigiar la Universidad poniéndola en entredicho, que lo está, solo para situarse por encima de su propia mentira porque ella sabe mejor que nadie que todo es falso. Burlarse de la sociedad es una intolerable pedrada a su propio prestigio.

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El precipicio

cifuentes-rajoyNo hay cosa peor que estar muerto (políticamente, hablando) y no saberlo. Eso le ha pasado a Cristina Cifuentes. La lideresa madrileña ya era una reliquia antes de ir a Sevilla a la convención del PP. Ha sido tras los cerrados y bochornosos aplausos con los que la obsequiaron cuando ha sido consciente de que su futuro político pasa por la retirada, voluntaria o impuesta. Cuanto más prolongue la agonía, más dolorosa será. Con la hipocresía habitual que gastan en el PP le hicieron creerse una estrella cuando, en realidad, Mariano la estaba condenando al basurero de la galaxia. El código de comportamiento del PP es la simulación en grado extremo y ello, sin olvidar, que los abrazos de Mariano son más mortíferos que la puñalada de Bruto, teniendo en cuenta que Cifuentes tampoco es César.

Yo entiendo a Cristina, tras treinta años siendo una disciplinada meritoria del PP su estrella, bajo el manto de la corrupción madrileña, brilló en el firmamento popular. Ella solita se autoproclamó martillo de la corrupción y lideresa de la regeneración, pura apariencia, como el máster. Pero, de pronto, un asunto tildado como menor en el PP ha terminado con ella. Entiendo que esté atónita, con la larga lista de implicados en casos de corrupción que conoce va a resultar que unas florituras en su currículum la van expulsar de las cumbres del poder. Su sorpresa es comprensible, los votantes de su partido llevan mucho tiempo perdonando lo imperdonable, han sido pacientes y comprensivos, al fin y al cabo, los del PP eran los suyos.

-¿Qué ha pasado?, se pregunta Cristina y la respuesta es bien sencilla. Cuando la gota colma el vaso de la paciencia, la gente exclama: “hasta aquí hemos llegado”. Se lleva mucho tiempo insultando a la inteligencia de los ciudadanos y lo que ayer se tragaba hoy resulta intolerable. Ella ha mentido y lo ha hecho con la chulería habitual de su partido. Con todo lo que hoy sabemos, lo escandaloso no es que Cifuentes tenga un máster o no, lo insultante es su persistencia contumaz y burlesca en la mentira cuando las evidencias son clamorosas. Lo peligroso es que ha demostrado a todos los españoles que la igualdad de oportunidades no existe. Los votantes más jóvenes no se lo van a perdonar porque tras mucho esfuerzo, personal y económico de sus familias, han  cursado sus másteres y doctorados mientras trabajan de camareros o de lo que pueden. Ella no ha dudado en desprestigiar la Universidad poniéndola en entredicho, que lo está, solo para situarse por encima de su propia mentira porque ella sabe mejor que nadie que todo es falso. Burlarse de la sociedad es una intolerable pedrada a su propio prestigio.

Cifuentes se cree una víctima en comparación a sus compañeros que se han forrado en tramas corruptas pero no ha calculado que la gente se ha hartado. Tendrá que apechugar con sus errores, le ha faltado humildad y lealtad a sus votantes. Se ha quemado a lo bonzo en público y la mecha ha prendido de su propia soberbia. Ha comprobado que en política uno puede pasar del Olimpo al Averno en cuestión de horas, porque la ambición es más destructiva que la prudencia. El asunto de su falseado máster, un tema que pareció una broma en el PP, ha terminado por sepultarla. ¡Quién se lo iba a decir! Las risas de Esperanza Aguirre se escuchan por todo Madrid. 

Desde Sevilla,  Mariano, desde su perpetua indolencia, ha pedido sentido común. Menuda broma. Ahora reza para que otros le resuelvan el problema. Ha hecho lo mismo que con Cataluña cuya única estrategia ha sido delegar en los jueces la resolución del grave conflicto que él ha creado. Por eso lo ocurrido en Alemania con la euroorden es otro de sus fracasos. Dejar que el tiempo, la universidad, la fiscalía, los jueces o el maestro armero hagan su trabajo es lo que ha generado la desafección de sus votantes. Con tesón han puesto a España al borde del precipicio y, ahora, para tratar de salvar su pellejo, Mariano entregará a Cifuentes y se fumará un puro a costa de nuestra paciencia.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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