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Jorge Alacid

Línea de puntos

El salario máximo

Pablo  Simón, la pasada semana en el IRJ. Foto de Miguel Herreros.

Es mejor actuar y arrepentirse que no actuar y arrepentirse” (Nicolás Maquiavelo)

 

Uno de los fenómenos más singulares surgidos alrededor de ese otro fenómeno no menos singular llamado Donald Trump apunta hacia su asombrosa facilidad para ganarse a la maltratada clase trabajadora (norteamericana, en su caso: la llamada ‘white trash’, basura blanca) siendo como es un eximio representante de la plutocracia rampante contra la cual en teoría esa estirpe de sus seguidores, que coquetean directamente con el lumpen, deberían dirigir su ira. Pero ocurre lo contrario: a ese sector de la sociedad que apenas tiene nada en realidad le encolerizan sus compatriotas aún menos afortunados. Temen que les arrebaten lo poco que conservan. Como resultado, lección de historia: la clase menos favorecida se divide, mientras los más pudientes, esa aristocracia que no deja de enriquecerse, duermen su siesta eterna.

Se trata de una de las múltiples derivadas de la globalización: el auge de los discursos extremistas como el esgrimido por Trump, que desafía el sentido común y amenaza con expandirse por este mundo tan líquido que se nos está quedando. Un mundo donde las viejas etiquetas, el canon tradicional, se evapora. Un mundo en transformación ante nuestros ojos estupefactos, como advertía el lunes en el Instituto de la Juventud de La Rioja el politólogo Pablo Simón a una audiencia guiada hacia el (casi) imposible entendimiento de esos dos mundos en fricción: la noción de la globalización, pugnando con el apogeo de la extrema derecha también a escala global. Donde en efecto las viejas categorías que jerarquizaban nuestro universo y nos ayudaban a transitar por este valle de lágrimas sirven de poca ayuda. Porque ni siquiera aquella clase obrera de nuestra memoria preindustrial es hoy la que era, avisaba Simón. Y puesto que sus bordes se difuminan en un proceso de creciente «terciarización», por recurrir a su propia terminología, concluimos en un barullo infinito. El retorno a la oscura cueva donde nos gobierna el mito.

Simón se desempeñó con un meritorio esfuerzo ante su auditorio, predispuesto a dejarse conducir hacia la luz, temeroso de las consecuencias que para su supervivencia incluso teje la coalición formada por el cambio climático, la crisis demográfica y demás intimidantes catástrofes que nos acechan y que impregnan también las páginas de su libro más reciente, ‘El Príncipe Moderno’, que aspira a arrojar alguna luz a esta época de tinieblas. La humilde cerilla que Simón enarbolaba el lunes en las catacumbas del Espolón iluminaba una lección principal: la conveniencia de prescindir de los prejuicios ideológicos para analizar la convulsa coyuntura actual, cuyas desdibujadas fronteras admiten mal un análisis excesivamente dogmático. Véase la izquierda, a punto de desaparecer en su encarnación socialdemócrata en su propia cuna (Alemania); o véase la derecha, sometida a los vaivenes de orden continental a cuenta de la emergencia de fieros competidores a su propia derecha.

O véase el siguiente ejemplo. Sólo unos días después de la intervención de Simón, el Parlamento de La Rioja debatió sobre la subida del salario mínimo, una propuesta del presidente Sánchez donde puede detectarse cómo le empuja su socio, Podemos. En un esquema tradicional, una iniciativa semejante hubiera concitado cierto consenso porque oponerse a una medida destinada a mejorar las condiciones de vida de los administrados tendía a unir en el pasado a todas las corrientes ideológicas de cada Legislativo. Pero en esta hora de confusión en que la historia resucita al viejo estilo, en plan choque de trenes entre doctrinas opuestas, semejante subida salarial tropieza con el rechazo de la derecha: a su entender, ese aumento pone en peligro el conjunto de la economía. De donde se deduce que bajarlo incluso algo más sólo puede traer beneficios a esa misma economía. Estirando tal ocurrencia, la desaparición del SMI convertiría España en un edén. Así que según esta teoría tan peregrina, ya estamos tardando.

Ocurre en realidad que el miedo es libre. Y que prende entre todas las familias políticas, cuya reacción es comprensible: recurrir al particular catecismo de cada cual. Y no moverse de ahí, de acuerdo con esa lógica tan deprimente de apartarse de cuanto proclame el adversario, sea beneficioso o no para el conjunto de la sociedad. Olvidando que la medida anunciada por Sánchez, más allá de su carga oportunista, tiene la virtud de situar la subida salarial en el centro del debate para reivindicar que sólo la mejora generalizada del bienestar contribuirá a preservar del orden social. Para lo cual se precisan por supuesto gestores inteligentes pero sobre todo almas sensibles. Que tengan presente que en España la precariedad laboral, entendida según la reciente EPA como la generalización de contratos temporales de baja remuneración, duplica la media europea.

No se entiende en consecuencia que el foco de la discusión se ponga sobre el salario mínimo: tendría más sentido invitar a la ciudadanía a movilizarse en favor del salario máximo. O reflexionar sobre cómo la cifra de millonarios se ha disparado en España hasta el 76% desde el 2008, una subida que inquieta menos a según quién. Y concluir que una sociedad funciona como vasos comunicantes: sorprende que el mismo Gobierno que impulsa en La Rioja la ejemplar renta ciudadana rechace un salario mínimo más digno. Que prefiera una sociedad subsidiada, donde los que tienen poco se enfrenten a los que no tienen nada, a una ciudadanía puesta en pie.

 

Europeos riojanos llamados a votar
La convocatoria para las municipales del 2019 maneja ya un dato sobre el censo de los llamados a votar en La Rioja: 2.518 personas, ciudadanos de la Unión Europea y residentes en la región, tienen de plazo hasta el 30 de enero del próximo año para inscribirse en el registro y ejercer su sufragio. Una cifra que en el caso de quienes podrían votar ese mismo día (el 26 de mayo) en la urna con las elecciones europeas se sitúa en las 1.807; en España, la Oficina del Censo maneja estas cifras: 407.784 electores para las municipales y 324.259 en las europeas.

Reforma del Estatuto, día clave
El lunes se convocó en el Parlamento la mesa de la Comisión Institucional, entre cuyos cometidos figura como prioridad abordar la prometida reforma del Estatuto de Autonomía. Durante su reunión, los diputados se ocuparon de calificar las enmiendas, otro paso en el lento avance hacia la consecución de nuevo texto que mejore el actual. Para lo cual hay una fecha clave: mañana, lunes, se reúne de nuevo la Comisión, que decidirá si opta por una ponencia legislativa o no. En este segundo caso, se empezaría en esa misma comisión a votar todas las enmiendas.

Un repaso a la actividad política de La Rioja (y resto del Mundo)

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.